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Resenha

MECCIA, Ernesto. 2016. El tiempo no para. Los últimos homosexuales cuentan la historia. 1ª ed. Santa Fe/Buenos Aires: Ediciones UNL/Ediciones Eudeba, 496 p

En las últimas décadas, en Argentina, se suscitaron significativos cambios relativos alas sexualidades no heterosexuales. En El tiempo no para, Ernesto Meccia estudia los testimonios de varones homosexuales adultos que experimentaron estas profundas transformaciones.

Meccia -profesor estable de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional del Litoral- analiza en este libro las narrativas de varones homosexuales adultos (y adultos mayores) relativas a las transformaciones de la homosexualidad en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, desde la reapertura democrática en 1983 hasta 2013. En este texto, fruto de su tesis doctoral, continúa indagando en las subjetividades homosexuales desde un punto de vista sociológico, aunque en esta ocasión, a partir de una clave analítica singular.

El autor desarrolla un enfoque socio-narrativo, centrándose en el análisis de las formas en que los entrevistados cuentan el cambio personal y social. Los motivos de su inquietud se sustentan en que los últimos homosexuales-aquellos que vivieron en tiempos de la vieja homosexualidad- experimentaron un conjunto de profundas transformaciones de índole jurídica, en el imaginario social y en la sociabilidad homosexual de la ciudad de Buenos Aires, encontrando en el espacio discursivo, durante la última década, novedosas ideas de igualdad. En otras palabras, estas personas representan una subjetividad "bisagra" (:51), vienen del antiguo régimen secreto de la homosexualidad y viven en la sociedad post-homosexual. Meccia afirma: "En rigor, lo que tenemos son dos mundos socio-semánticos hechos carne en el cuerpo y la subjetividad de nuestros testimoniantes" (:51). Para contar ese tránsito, los narradores se nutren de diversos relatos provenientes de una multiplicidad de fuentes informativas. Por tanto, las narrativas no son pura creación ex nihilo, sino que toman como referencia otros formatos o claves disponibles en la cultura. En definitiva, es en ese marco que adquiere sentido sociológico estudiar los distintos recursos cognitivos de que se vale, en la actualidad, este grupo singular de actores para poner en palabras sus devenires biográficos.

En relación al enfoque socio-narrativo que despliega Meccia, alguien podría preguntarse, ¿qué sentido tiene un libro sociológico sobre narrativas, si éstas no representan la realidad? En el primer capítulo, el autor aclara su posicionamiento epistemológico, al sostener que las narrativas constituyen formas de conocimiento social que, desde el presente, otorgan sentido al mundo. En esta línea, afirma, "las narrativas son un gran dato porque son la forma que tenemos las personas de dar sentido a lo que vivimos, de poner en orden nuestras experiencias" (:42); aunque éstas no logren reflejar lo que realmente les pasó. Meccia parte del supuesto de que los sujetos manejan teorías sociales acerca de la transformación y permanencia de sus mundos, semejantes en complejidad a las producidas por los científicos sociales.

Coherente con su posicionamiento epistemológico y su interés localizado en las narrativas, Meccia utiliza el método de los relatos de vida (life stories). Esta opción metodológica implica una clave de lectura singular que es relevante enfatizar. A diferencia de la historia de vida, que tiende a reconstruir el curso factual de lo vivido, cotejando discurso y realidad, el sociólogo analiza las palabras de los testimoniantes en tanto narrativas. No importa la verdad de la historia, sino la verosimilitud de lo narrado: la realidad del relato inscripto en el presente. Adquieren espesor analítico propio las teorías que utilizan los últimos homosexuales para hacer inteligibles sus mundos. Esto implica que los narradores, en el ejercicio de contar las peripecias por las que atravesaron, seleccionan, excluyen, otorgan primacía a determinados acontecimientos y no a otros. Como señala el autor, quien cuenta su vida añade valoraciones éticas al relato y, simultáneamente, transmite una determinada imagen de sí mismo para el auditorio. La presencia del investigador en el rol de narratario es lo que le permite afirmar que las narrativas fueron co-construidas.

A través de la aplicación del método de los relatos de vida, Meccia construye las principales argumentaciones del libro. Sustenta sus afirmaciones en un total de setenta y dos entrevistas en profundidad realizadas a personas mayores de cuarenta años de edad entre 2012 y 2013. Generalmente, entrevista dos veces a una misma persona. Las narrativas fueron analizadas por el investigador de modo transversal e inductivo, procediendo a una lectura principalmente intertestimonial. De esta manera, elabora una categoría de "narrativa" cuando emerge una idea sustantiva acerca de los objetivos centrales. El autor-y esto es central para comprender la apuesta cognitiva- no se interesa por las regularidades en las narrativas, ni por la representatividad de las mismas, sino que busca resaltar la polifonía de voces. En este sentido sostiene:

No queremos afirmar que los argumentos menos repetidos sean residuales, ni sugeriremos que los más repetidos sean los elementos saturados de la muestra. Preferimos tomarlos como indicativos de la existencia de una franja de subjetividad que insiste, que pugna por hacerse presente en el relato (:196).

En El tiempo no para, las argumentaciones centrales del estudio sobre los relatos de vida de varones homosexuales residen en un nivel analítico "micro-social". Pero situar el análisis en la capacidad que poseen los narradores de significar el mundo, y a sí mismos dentro de aquél, no priva a Meccia de vincularla a una dimensión meso y macro-sociológica. En el capítulo dos emprende esta compleja labor con suficiencia, dejando en evidencia su erudición en la temática. Realiza una "periodización socio-histórica de las transformaciones de la homosexualidad, con el propósito de dotar a esta investigación de suficientes elementos "objetivos"" (:71). De esta manera, el sociólogo se vale de una diversidad de datos contextuales secundarios, es decir, independientes de las palabras de los testimoniantes y de la construcción del investigador. El autor exhorta al lector a comprender estos contextos históricos "como una gran caja de herramientas que la gente utiliza con más o menos versatilidad para gestionar su vida y construir sus narrativas" (:72).

A partir de una perspectiva macrosociológica centrada en los aspectos morfológicos y discursivos, Meccia distingue y describe, con exhaustividad, tres contextos e imaginarios que denomina: periodo homosexual, período pre post-homosexual y período post-homosexual. El primero comprende desde los años 1970 hasta la primera mitad de los 1980s. Este "antiguo régimen de la homosexualidad" (:73) se caracteriza por una "sociabilidad de catacumbas" (:87), semejante, en algunos sentidos, a la sociabilidad de los guetos. En este contexto adquiere preponderancia una lógica cognoscitiva de tipo adscriptivo, basada en un otorgamiento unilateral y asimétricode atributos a la homosexualidad por parte de la heterosexualidad. Las claves de lectura de sus identidades provenían del mundo heterosexual, puesto que los actores no disponían de narrativas propias. Estos actores representarían rasgos significativos que le permiten sostener al autor que "aquella homosexualidad constituía una "colectividad sufriente", casi "afuera" de la historia, casi siempre igual a sí misma. Sin embargo la historia de la homosexualidad estaría por comenzar" (:105).

El segundo contexto abarca desde la segunda mitad de 1980 hasta fines del siglo XX. En este escenario se asiste a una proliferación de organizaciones políticas que centraron su accionar en la cuestión de la visibilidad y la lucha contra el Sida. En el periodo pre post-homosexual comienza a desplegarse un lenguaje político de la discriminación por la orientación sexual que oficia de tránsito entre la antigua "colectividad sufriente" y la "colectividad discriminada"(:112). Como consecuencia, emerge una nueva lógica cognoscitiva acompañada de posibilidades de narración impensadas en los tiempos de la vieja homosexualidad. A diferencia de los tratados médicos, psiquiátricos y religiosos, externos y adversos a la homosexualidad, en este período proliferaron los talk show stelevisivos, sintomáticos de una singular configuración discursiva que brindaba nuevos marcos interpretativos para pensarse. Es el tiempo de las narrativas liberacionistas del coming out.

El último de los períodos comprende el arco temporal desde el inicio del nuevo milenio hasta la actualidad. Meccia caracteriza el tiempo de la Post-homosexualidad apartir de dos claves de lectura, una política y otra de índole social. En la primera, vislumbra cómo las organizaciones LGTBI, conjuntamente con actores del sistema de partidos políticos, impulsaron lasanción de distintas leyes. Se trata del desarrollo del lenguaje propio de los derechos de los individuos. En el espacio discursivo irrumpen novedosas imágenes de igualdad. Además, el otro eje de análisis para comprender la época de la gaycidad es la des-diferenciación, entendida como "un proceso de atenuación generalizada en la percepción social de las diferencias de alto impacto en el imaginario y en las relaciones sociales" (:138). En este sentido, estas transformaciones se relacionan a la profundización de lógicas que Meccia "desenclave". La dinámica relacional gay tiende a sustraerse del espacio tradicional para indiferenciarse en la totalidad de la sociedad. Las representaciones sobre la homosexualidad adquieren progresivamente mayor autonomía respecto de las visiones heterosexuales. En paralelo, se asiste a una pluralización de las posibilidades biográficas que, asimismo, cristaliza atributos sociales diferenciadores dentro de la colectividad. Las diferencias se atenúan respecto del afuera y se acentúan en su interior.

El investigador no infiere de los distintos contextos e imaginarios en los que vivieron (y viven) los últimos homosexuales una explicación de lo que sucede en el plano de los relatos. Los cambios y transformaciones de la homosexualidad adquieren relevancia porque atravesaron contingentemente las biografías de los testimoniantes y, a partir de éstos, extraen recursos cognitivos para narrarse. "¿Cómo, de qué forma se habrán incorporado en sus narrativas estos treinta años de cambios?" (:189), se pregunta el autor. La composición de la trama narrativa constituye un ensamblaje complejo de las diversas fuentes informativas. En las voces de los entrevistados se evidencia que son éstos los que recurren para pensarse, una y otra vez, a películas, programas televisivos y debates políticos de los diferentes periodos.

Meccia no procura colorear, corroborar o ilustrar la objetividad de las transformaciones macro-sociales mediante las palabras de los entrevistados. Desarrollado el trasfondo histórico en el que se enmarcan los relatos de vida, a partir del capítulo tres y hasta el final del libro, el autor se aboca al análisis empírico de las narrativas. Sin dudas, éstas constituyen su interés principal y, por ello, les dedica el grueso de su escritura. En cada capítulo presenta los relatos y las categorías emergentes en esa doble valencia, de las teorías del yo y de la organización de la homosexualidad, en los tres períodos. En el séptimo capítulo, Meccia describe las distintas teorías del cambio social, y cómo cuentan el pasaje de la homosexualidad a la post-homosexualidad.

Escapa a las posibilidades de esta reseña presentar las casi treinta categorías desarrolladas por Meccia. La cantidad de narrativas en sí misma no logra reflejar la agudeza en el análisis de cada una de ellas, ni el constante diálogo que el autor establece entre las teorías y los datos. Las conceptualizaciones emergentes constituyen la identificación en los relatos de formas narrativas (:198), entendidas como modos particulares de construir una trama con sus personajes, que tienen sus metas, sentimientos y la potencialidad para vehiculizar alguna fuerza capaz de incidir en determinado estado de cosas. En ese arduo trabajo de categorización se condensan las elaboraciones conceptuales, en diálogo con las teorías de los entrevistados y las sociológicas.

La dificultad que implica la presentación de la totalidad de narrativas que el libro muestra, sin simplificar sustancialmente el ejercicio metodológico de construcción por parte del autor, nos conduce a enfatizar, abreviadamente, determinados resultados de la investigación.

En primer lugar, siguiendo a Meccia, el tono general que emerge de las narraciones sobre el periodo 1983-2013 es "antitético ascendente" (:462). Con este rótulo resalta el modo de los testimoniantes de contar la distancia entre la vieja homosexualidad y la post-homosexualidad. Esto parece compensar, en el plano social y personal, el sufrimiento y las represiones del pasado. Sin embargo, los narradores matizan esa cadencia narrativa a través de un conjunto de advertencias que visibilizan fuerzas sociales contaminantes, en detrimento de los logros alcanzados.

En segundo término, el investigador sostiene la presencia de tres "cláusulas generales" (:463), entendidas como moldes superiores en los que se despliegan indistintamente los diferentes formatos narrativos. La cláusula deceptiva incita a ver las cosas en su medida real a través de una restricción. Los entrevistados, luego de contar las "buenas" transformaciones de la homosexualidad, utilizan esta cláusula al aclarar que, en realidad, constituye cierta idealización. En este sentido, Meccia afirma que"las narrativas primero hacen ver las transformaciones positivas y luego las hacen ver (y mejor) otra vez para resaltar un conjunto de actancias que sobrevuelan las mejorías como una nube negra a punto de descargarse y arruinarlo todo" (:463-464). Otra es la cláusula parasitaria: este molde narrativo también muestra reveses inadvertidos pero, a diferencia dela anterior, denuncia aspectos morales a partir del señalamiento de intencionalidades oscuras e instrumentales. Uno de los ejemplos que trae el autor son relatos que acentúan el modo en que se benefician los empresarios de loscambios referidos a lassexualidades, aunque nada hicieron, ni padecieron, para lograr el actual estado de cosas. La última de las cláusulas que destaca Meccia es la global-local o general-particular, que consiste en dar cuenta de las transformaciones particulares a través de generales. Las narrativas están colmadas del uso de este molde narrativo. Los testimoniantes en diversas instancias cuentan cómo,en tiempos de la post-homosexualidad, los cambios de la homosexualidad están inmersos en lógicas de desenclaves y des-diferenciación. Integrados a la sociedad, padecen y disfrutan los mismos acontecimientos que otros grupos sociales. En este sentido, el autor advierte:

A no dudar: las narrativas que encontramos instan a dejar de diferenciar, a ver mejor que "entre" post-homosexualidad "y" heterosexualidad, si existen diferencias, son las que inventarió el pensamiento discriminador. En realidad, las diferencias son muchas menos y, como si fuera poco, no son calificables ordinalmente, son opciones de vida legítimas. Y punto. Aquí las narrativas deberían considerarse como una conquista cognoscitiva subsidiaria del imaginario igualitario de los derechos de principios del siglo XXI en Argentina, ahondando en los últimos cinco años por debates transversales y de amplia repercusión popular como los del matrimonio igualitario (:467).

A modo de cierre, pretendemos resaltar un conjunto de méritos que este libro reúne. Primero, desde una perspectiva sociológica, logra vincular y poner en funcionamiento diversas categorías provenientes, principalmente, de la filosofía del lenguaje, de los análisis sociales del discurso yde la etnografía de la comunicación, que enriquecen sustancialmente sus análisis. Segundo, el modo de redacción del libro, mediante un estilo de escritura ameno, sin por ello descuidar un alto nivel conceptual, permite que el potencial público lector no se circunscriba a un grupo reducido de lectores especializados en la temática. El tratamiento de las narrativas constituye otro de los aspectos a destacar: las voces de los testimoniantes -"coautores" del libro, según Meccia- no son forzosamente interpretadas para que encajen en teorías preconcebidas. El contraste de relatos y la construcción de narrativas evidencian un amplio abanico de modos de contar las transformaciones de las subjetividades y de la organización de la homosexualidad. En definitiva, sin erigirse en la figura de la palabra autorizada, consigue respetar las diversas tramas que entretejen los entrevistados.

Finalmente, El tiempo no para contribuye a dar voz a este grupo singular de personas, y nos aproxima a la compresión de los sufrimientos del pasado, las conquistas y los temores del presente. Aporta, además, fructíferas herramientas que podrían extrapolarse a investigaciones que aborden otras subjetividades que luchan por trasladar al lenguaje aquello que permanece en la memoria, que reclaman ser más reconocidas que conocidas.

Fechas de Publicación

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    Ago 2016
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